domingo, 29 de abril de 2012

CIUDAD DE LA CULTURA EN SANTIAGO DE COMPOSTELA

Una obra cuya área duplica a la del Vaticano (en total unos 265.000 m2 construidos en una superficie de 70 hectáreas), más de 10 años de proceso constructivo, un presupuesto que (en la actualidad) ha superado los 400 millones de euros, unidos a un fastuoso nombre: Ciudad de la Cultura, e ineludible presencia desde muchos puntos de la ciudad de Santiago. Motivos suficientes para que mi visita a esta faraónica obra del arquitecto norteamericano Peter Eisenman (Newark, Nueva Jersey,1932) fuera casi obligatoria. Tanta polémica genera cierto morbo. 
Inspirada en los caminos de los peregrinos, en la vieira, en el mar que baña las costas gallegas, o en la trama urbana de Santiago resumida en sus cinco grandes calles medievales; sus formas sinuosas y pétreas albergarán el museo de Historia de Galicia y la Casa Mundo, una biblioteca (con capacidad para un millón de libros, aunque en la actualidad pasillos y pasillos continúan vacíos) y una hemeroteca, el Escenario Obradoiro y el Edificio de Servicios Centrales. ¿Responde el alto coste a necesidades reales?.La Ciudad de la Cultura, el complejo en permanente construcción, estará compuesta por siete edificios.

Los días anteriores a mi visita, cuando observaba "la mole" desde Santiago, no podía dejar de entenderla como un pegote. Allí, en lo alto del verde Monte Gaiás, la imagen se me antojaba más render que edificio real...Tales dimensiones no podían ser ciertas. Pero, a pesar del pésimo diálogo del conjunto con la ciudad, una vez allí, he de reconocer que los edificios te envuelven, las formas son atractivas y el espacio invita a recorrerlo. 
Eisenman, en una entrevista para EL PAÍS, afirmaba que "Solo los proyectos de gran escala pueden enfrentarse a los problemas de nuestro tiempo"; también afirma que  "la complejidad de mi trabajo se debe a que elegí ser un arquitecto de un tiempo y una época, la mía, en contraposición a serlo de un lugar". Debe ser que arquitectos como Siza (1933, Matosinhos) no tiene intención alguna de ser arquitecto de su época.
 ¿La cultura no tiene precio?Termino con unas palabras del escritor, músico y director de cine Antón Reixa (1957, Vigo) "El pensamiento mágico y supersticioso de los artistas rupestres era el siguiente: si pinto el bisonte, cazo el bisonte; si pinto la Ciudad de la Cultura, tengo la cultura, pero no siempre es así". 
























_Fotografía: Alberto Zama, Elisa Galindo

martes, 24 de abril de 2012

ESCUELA DE EDUCACIÓN DE SETÚBAL



Ya sólo el llegar se nos complicó más de lo esperado. Era de imaginar que preguntar por el edificio universitario de Álvaro Siza, así, sin más señas, y a cualquiera que se pusiera a nuestro paso (que no eran muchos porque llovía a chuzos), no era buena opción.
Una vez en el campus adecuado, todo se hizo más fácil. 

La escuela se encuentra en un terreno ondulado entre alcornoques que enfatizan la arquitectura de Siza. Pero también ocurre a la inversa, ya que el arquitecto organiza el edificio en forma de H, de manera que los árboles encuentran, a su vez, un enmarque. Siza ha comentado alguna vez que "el arquitecto encuentra la arquitectura allí donde trabaja".

Se trata de una arquitectura caracterizada por la economía de medios expresivos, acompañada siempre de una gran riqueza  espacial. Espero que la disfrutéis.











_fotografía: Elisa Galindo Muñoz

martes, 17 de abril de 2012

DELPHOS


-Vamos a intentar hacer un Delphos de emergencia, ¿sabe de qué le hablo?
-¿Un Delphos de Fortuny?-inquirió incrédula.
-Un falso Delphos.
-¿Piensa que va a ser posible?
Nos sostuvimos un instante la mirada. La suya reflejaba un golpe de ilusión de pronto recuperada. La mía no lo supe. Tal vez determinación y arrojo, ganas de triunfar, de salir con éxito de aquel trance. Probablemente también hubiera en el fondo de mis ojos cierto terror al fracaso, pero intenté que se intuyera lo menos posible(...)

Con estas palabras comienza la descripción del proceso de creación de un falso Delphos en El tiempo entre costuras, libro de María Dueñas. Su modo de describir la elaboración del diseño me atrapó desde el primer minuto, y sentí una imperiosa necesidad de buscar más sobre este vestido. Por supuesto, os recomiendo este libro.

El vestido Delphos fue creado por el diseñador Mariano Fortuny y Madrazo (Granada, 1871-Venecia, 1949) alrededor de 1907, después de un viaje por Grecia con la que luego sería su esposa Henriette Nigrin. Fortuny fue un artista cosmopolita autor de una amplia y polifacética producción. 

Este vestido-túnica encuentra su inspiración en el chitón jónico (un tipo de vestimenta griega), y se confecciona a partir de cuatro paños de tela unidos entre sí por pequeños cristales de Murano hechos especialmente para cada modelo. Suele ir acompañado de un cinturón en seda o raso. Lo más característico es el plisado. En 1909 presentaría la patente que, como es lógico, da la mínima información sobre el sistema, reseñando únicamente que la manera de conseguir el plisado era apretando y retorciendo fuertemente entre las manos bandas de tela mojada hasta conseguir arrugarla en el sentido del largo de la misma para acabar realizando las ondulaciones horizontales.



                                                              Isadora Duncan y su hija, ambas con un vestido Delphos de Fortuny








No hay dos Delphos iguales, varían en largo, manga y sobre todo, en color. El propio Fortuny se encargaba de elegir los tintes y teñir las telas; la gama cromática era deslumbrante: azules índigos, verdes esmeraldas, rojos cochinilla, naranjas, rosas, blancos marfileños, violetas... Todos ellos naturales, bien de origen mineral u orgánico, fueron elaborados mediante fórmulas secretas extraídas de antiguos manuales y tratados sobre el arte de la tintorería, así como de viejas recetas que le fueron confiadas por ancianos artesanos de la región del Véneto. 

Es todo un referente en la historia de la moda. El Delphos supuso una liberación para el cuerpo de la mujer en el primer tercio del siglo XX; con él se decía adiós a los vestidos encorsetados y a las innumerables capas de tejidos. La túnica tiene por fin adaptarse al cuerpo y marcar las formas, está hecho para llevarse sin ropa interior.

Este vestido ha sido lucido por mujeres de la talla de la bailarina americana Isadora Duncan o Peggy Guggenheim, pero sobre todo fueron sus amigos escritores, Proust y D’Annunzio quienes, al ensalzar poéticamente estos vestidos en sus obras, los convirtieron en objetos de culto entre los intelectuales del momento. Este diseño inmortal no ha dejado nunca de ser actual. 

Natalia Vodianova en la Gala MET, 2008 luciendo un Delphos